La alimentación es una factor clave para proporcionar a nuestra piel los nutrientes necesario, y más durante los meses de verano.
Tomar el sol proporciona numerosos beneficios a nuestro organismo. Fortalece los huesos, mejora nuestro ánimo y nos da un aspecto saludable. Cuando la luz solar entra en contacto con nuestra piel segregamos vitamina D, que es necesaria para una gran cantidad de procesos biológicos de nuestro organismo.
Pero tomar el sol también acelera el envejecimiento de nuestras células y, en exceso, puede provocar graves enfermedades. Una buena alimentación que estimule la melanina y nos ayude a hidratar la piel puede ser fundamental para protegernos durante los meses de verano. El objetivo es equilibrar la respuesta del cuerpo ante la exposición solar, generar antioxidantes y potenciar la actividad del propio organismo contra la destrucción celular.
Todo ello, nos ayudará a combatir a el exceso de producción de radicales libres. Y te preguntarás… ¿qué son los radicales libres? Pues los radicales libres son moléculas que produce nuestro organismo diariamente como resultado de las reacciones biológicas que se producen en las células. Aunque estas moléculas son necesarias para realizar determinadas funciones de la vida celular y mantener el estado de salud, su producción a largo plazo puede tener efectos negativos. Esto se debe a que son muy reactivas y alteran todo lo que tienen alrededor, provocando daño celular afectando a las membranas de las células y a su material genético (ADN de la célula).
Son numerosos los alimentos que pueden ayudarnos en este cometido:
- El marisco, el pescado o las espinacas aportan de forma natural la coenzima Q10, un antioxidante que nos protege de los radicales libres y juega un papel primordial en la producción de energía celular. Consumirlos puede aportarnos un suplemento que refuerza la protección natural de nuestra piel.
- Las calabazas, las zanahorias, los melocotones o los pimientos son alimentos que nos proporcionan beta carotenos, fuente natural de vitamina A y responsables de los colores rojos, amarillos o anaranjados de los alimentos. Los beta carotenos se transforman en vitamina A cuando nuestro cuerpo lo necesita.
- Los cítricos, las espinacas, la coliflor y, en general, la gran mayoría de frutas y verduras, son alimentos ricos en ácido ascórbico, que colabora a la fotoprotección natural de nuestra piel, además de equilibrar la respuesta inflamatoria del cuerpo y contribuir a una actividad celular saludable.
- Las almendras y las hortalizas de hoja verde como el brócoli o la espinaca son fuente natural de vitamina E. Esta vitamina, que en dosis excesivas puede ser dañina para nuestro organismo, protege a nuestro cuerpo de radicales libres que causan la degeneración de los tejidos, y por lo tanto nos ayudan a mantener una piel sana.
- El tomate es el alimento con mayor concentración de licopeno. El licopeno es otro caroteno que contribuye a protegernos de la acción de los radicales libres. Aunque no se transforma en vitamina A, sí que es un intermediario importante para la biosíntesis de los beta carotenos.
- Los frutos rojos son una fuente de flavonoides, que evitan el envejecimiento prematuro, ya que limitan la acción de los radicales libres. Además, reducen el riesgo de cáncer y aumentan la actividad de la vitamina C, entre otros beneficios.
- Por último, la carne y los huevos, que nos aportan proteínas. Estas moléculas contribuyen al tono muscular y proporcionan elasticidad a nuestra piel.
Una buena alimentación es fundamental para mantenernos sanos a lo largo de todo el año, pero es en los meses de verano cuando las actividades al aire libre y una mayor exposición al sol pueden provocar más problemas en nuestra piel, así que, ¡a cuidar de nuestras pieles!
¿Conoces algún otro consejo de alimentación que nos pueda ayudar a proteger nuestra piel? Cuéntanoslo
